“La noche ha transcurrido bien. El Papa ha dormido y está reposando”, dice el telegráfico primer comunicado de hoy lunes sobre la salud de Francisco, de 88 años, ingresado desde el pasado 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma con una bronquitis que luego se complicó con una neumonía bilateral.
El viernes, los médicos resumieron su situación diciendo que “su vida no corre peligro, pero no está fuera de peligro” y que “basta poquísimo para desequilibrarlo”. Sus condiciones son “críticas”, repetía el último parte médico de ayer domingo, en un tono de máxima prudencia, tras recuperarse de uno de esos temidos desequilibrios, registrado el sábado. Siguiendo la rutina de estos días, el próximo parte médico será en torno a las siete de la tarde, salvo imprevistos.
Con este comunicado de la mañana, habitualmente lacónico, el Vaticano pretende simplemente dar una mínima continuidad al parte médico de la tarde anterior, más exhaustivo e informativo. La idea es indicar que no hay novedades reseñables y transmitir algo de tranquilidad. Puestos a buscar matices, es la primera vez en estos once días de hospitalización que dice que el Pontífice “está reposando”, al contrario que otros días, pues siempre ha señalado que se ha despertado o levantado y ha desayunado. El mensaje de hoy indica, por primera vez, que sigue en la cama. Hasta ahora el Papa siempre ha estado consciente, lúcido, ha comido con apetito y a veces se ha levantado y pasado el día sentado. También ha realizado algunas tareas de su trabajo cotidiano.
El parte médico de ayer domingo tenía connotaciones tanto positivas como negativas. Por un lado, revelaba que tras la crisis asmática del sábado, el episodio más grave de recaída estos días, el Papa ya no había sufrido más incidentes de este tipo. No obstante, seguía con suministración de oxígeno mediante cánulas nasales. También recibió dos trasfusiones que elevaron sus índices de hemoglobina y estabilizaron sus niveles de plaquetas, que habían caído en la víspera. En cambio, la parte más negativa era la novedad de una “insuficiencia renal inicial leve”, síntoma de algún tipo de infección o complicación, aunque los médicos indicaban que estaba bajo control.
El Papa, que desde 2023 sufre problemas respiratorios en cuanto llega el frío, fue ingresado el 14 de febrero tras arrastrar durante al menos diez días una bronquitis que no terminaba de curarse. También debido, en parte, a su insistencia en seguir manteniendo su ritmo habitual de trabajo. Él mismo contó en una audiencia pública que padecía la bronquitis, le costaba respirar y en dos ocasiones delegó la lectura de su discurso. El domingo 9 de febrero llegó a presidir la misa al aire libre en la plaza de San Pedro, pese al intenso frío. Finalmente, el 14 de febrero, tras mantener las audiencias programadas y dado que le fatigaba cada vez más respirar y hablar, decidió acudir al hospital Gemelli.
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