SAN GABRIEL

Las fuertes lluvias registradas la noche de este jueves, 10 de abril, causaron el desbordamiento quebradas, acequias y un canal de riego en El Capulí, comunidad ubicada a dos kilómetros de San Gabriel, donde residen 260 familias.

Seis viviendas asentadas en la parte baja resultaron afectadas, debido al ingreso de agua, lodo, palos y piedras.

Esta situación generó pánico en los ocupantes de estos hogares, quienes debieron salir con la ayuda de los vecinos, ya que el agua alcanzó un metro de altura.

En la mayoría de casas, el agua rebosó por los baños y las alcantarillas del sistema pluvial no dio abasto al desfogue del agua que llegó desde acequias y quebradas desbordadas, explicaron técnicos del Municipio de Montúfar que atienden la emergencia.

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Las vías de segundo orden fueron sobresaltadas y la E-35 que está a pocos metros del centro poblado se convirtió en una piscina, dificultando la movilidad de automotores que se dirigían hacia Tulcán, San Gabriel o a Ibarra y Quito.

El ECU 911 reportó un siniestro de tránsito en este lugar, producto de los estragos provocados por el arrastre de varios materiales.

Raúl Lucero, alcalde de Montúfar, quien se solidarizó con los damnificados, dispuso un plan de contingencia para efectuar la evacuación de escombros de las casas y realizar la limpieza de vías con maquinaria pesada.

La autoridad explicó que se detectó una falla de conexión entre la quebrada El Capulí y la E 35, que podría ser una de las causas que generó el anegamiento. Este día pese a que continúa lloviendo, un frente de trabajo realiza la limpieza de la carretera Chiltarán-Chiles.

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Se hacen gestiones para dotar de colchones, cobijas, kits de alimentos, entre otros, a los perjudicados por la naturaleza, quienes fueron trasladados a casas de acogida en El Capulí. Mientras que personal de psicología y medicina municipal trabajan con las familias que sintieron el impacto anímico y emocional tras el anegamiento.

Amanda Huera, vecina de las familias damnificadas cuenta que a las 18:00 de este jueves, inició el fuerte aguacero, que empantanó toda la población. “Parecían ríos las calles, el agua comenzó a ingresar a las casas, desde donde escuchábamos gritos desesperados pidiendo ayuda”, añade Amanda.

Inmediatamente nos organizamos con la vecindad y comenzamos a sacar a niños, mujeres y personas de la tercera edad, agrega. Los agricultores señalan que el sistema de riego parcelario Pastora Alomía también se desbordó, incrementando el caudal de agua que bajaba hacia esta pequeña comunidad.

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El fenómeno acabó con cuyes, conejos gallinas, cerdos y una vaca, que fueron arrastrados por la caudalosa riada. La gente en esta comunidad se dedica a la crianza de animales menores y mayores, siendo esta actividad su sustento de vida.

La lluvia aún no cesa y lleva ya 22 horas, esto no permite realizar diligentemente los trabajos de mitigación. Enseres, electrodomésticos, vestuario están inservibles, dice uno de los afectados. Las calles están convertidas en lodazales y la gente pese a las lloviznas continúa sacando escombros de las casas sobresaltadas. (I)



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