DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
– Hch 10, 34a. 37-43. Hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
– Sal 117. R. Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
– Col 3, 1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
– Secuencia. Ofrezcan los cristianos.
– Jn 20, 1-9. Él había de resucitar de entre los muertos.
En este primer Domingo de Resurrección resuenan todavía a nuestros oídos las palabras de Cristo en Getsemaní: “Mi alma está triste hasta la muerte” así como las voces de todo el pueblo de Jerusalén pidiendo la crucifixión para Cristo y la libertad para Barrabás. Resuenan en nuestros oídos la voz extinguida y débil de Cristo en la Cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Vemos la escena del descendimiento del cuerpo exánime de Cristo en los brazos de su Madre y a José de Arimatea y Nicodemo, ayudado de las piadosas mujeres, envolviendo en una sábana y sudario el cuerpo muerto de Jesús, perfumado por la mirra y el áloe que han llevado y por las lágrimas del dolor.
Lo han depositado en un sepulcro nuevo cercano al lugar del suplicio, propiedad de José de Arimatea.
Han corrido la puerta del mismo; se han bajado a Jerusalén todos, silenciosos, tristes, y con angustia de que todo ha terminado. Pero no todo ha terminado, sino que ha empezado una nueva era del amor.
Cristo dijo varias veces: “yo soy la resurrección y la vida; Yo soy el Camino, la verdad y la Vida”.
Les ha anunciado que lo iban a crucificar, pero que al tercer día resucitaría; y dicha profecía se ha cumplido, pues cuando las mujeres capitaneadas por María Magdalena, Juan y Pedro han ido al sepulcro, éste estaba vacío y un ángel se les ha aparecido a las mujeres diciéndolas: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”. Cristo ha resucitado, demostrando con ello que es el Hijo de Dios, venciendo a la muerte, a la malicia y al odio de sus enemigos, y confirmando con ello que su doctrina es la doctrina de un Dios.
Por eso, hoy Domingo de Resurrección es el día más grande del año, pues ese Niño que nació en Belén, predicó e hizo milagros en Palestina, ha realizado su mayor milagro, su resurrección gloriosa, demostrando que es Dios, y con ello nos confirma que podemos estar seguros de que su doctrina es verdadera y ratificada por el mismo Dios que ha resucitado a Jesús.
Estamos seguros y nuestra fe se fundamenta en una realidad: en la Resurrección de Cristo Jesús. P. Julián Lorente Lozano
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