Marisol Pérez en Ecuador: una voz global para proteger la salud emocional de niños y adolescentes
Quito, junio de 2025 – Del 2 al 4 de junio, la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE) fue escenario de una intensa agenda académica internacional durante la semana “We are powered by ASU”, que reunió a estudiantes, docentes, expertos y líderes educativos en torno a temáticas clave para el presente y futuro de la sociedad: inteligencia artificial, comunicación efectiva y, especialmente, salud mental y bienestar emocional en niñas, niños y adolescentes.
Esta edición contó con la participación destacada de Marisol Pérez, Associate Vice Provost y profesora de la Arizona State University (ASU), universidad número uno en innovación en EE. UU. durante 10 años consecutivos según U.S. News & World Report. Reconocida especialista en psicología clínica, salud mental infantil y diversidad, la Dra. Pérez lideró encuentros académicos, talleres, clases magistrales y una gira de medios para posicionar la urgencia de repensar el bienestar emocional como un derecho humano y un eje fundamental de la educación integral.
Salud mental: una prioridad impostergable
La salud mental infantil y adolescente en Ecuador atraviesa una crisis estructural que ha dejado de ser un tema periférico para convertirse en uno de los desafíos más urgentes de la agenda pública. Lejos de tratarse de casos aislados, los datos muestran una realidad contundente: uno de cada cinco menores de edad presenta síntomas relacionados con la ansiedad o la depresión, y cerca del diez por ciento ha manifestado ideas suicidas o ha intentado quitarse la vida, según cifras del Ministerio de Salud Pública. Durante la pandemia, el impacto fue aún más alarmante: el suicidio se posicionó como la segunda causa de muerte entre adolescentes de 10 a 19 años, mientras que el 75% de niños, niñas y adolescentes en Ecuador fue afectado emocionalmente, de acuerdo con reportes de UNICEF.
Estos datos reflejan no solo las secuelas emocionales del confinamiento, sino también las fallas estructurales del sistema educativo y de salud para responder de forma integral, preventiva y articulada a las necesidades psicosociales de los más jóvenes. A esto se suma la falta de espacios seguros, el acoso escolar, el duelo no procesado, la incertidumbre y el aislamiento, que han dejado cicatrices duraderas en una generación que carga con el peso emocional de una crisis sin precedentes.
Un estudio reciente realizado por la organización World Vision junto al Ministerio de Educación del Ecuador, basado en 247.000 encuestas a nivel nacional, aporta más evidencia sobre la dimensión del problema. Aunque el 76% de los niños y adolescentes consultados afirmó sentirse feliz la mayor parte del tiempo, casi la mitad reconoció haber atravesado episodios de depresión. Esta contradicción aparente confirma la complejidad del fenómeno: una gran parte de la población infantil y juvenil convive con emociones negativas profundas, muchas veces invisibilizadas o ignoradas por el entorno adulto.
Ante este panorama se necesita pasar de la reacción a la prevención, de los esfuerzos aislados a una política integral basada en evidencia científica. La propuesta incluye formar docentes con competencias socioemocionales, asegurar la presencia de psicólogos escolares, eliminar el estigma que aún rodea la atención profesional en salud mental, y fomentar espacios donde niños y adolescentes puedan expresar sus emociones de manera segura, respetuosa y sin temor.
Para la Dra. Pérez, la salud emocional de niñas, niños y adolescentes no puede tratarse exclusivamente desde la clínica ni considerarse como un problema individual. Su enfoque insiste en que el bienestar emocional debe entenderse como parte de un ecosistema más amplio, donde confluyen los derechos, las oportunidades, los vínculos afectivos, las condiciones sociales y el rol activo del entorno educativo y familiar.
El mensaje es claro y contundente: los datos ya están disponibles y la realidad es innegable. Lo que falta es voluntad. Voluntad política para traducir leyes en acciones, voluntad académica para formar profesionales con mirada integral, voluntad comunitaria para sostener redes de contención, voluntad familiar para acompañar con empatía y comprensión. Proteger la mente y el corazón de niños y adolescentes no puede seguir siendo un tema secundario. No es solo una medida sanitaria, sino un imperativo ético, social y humano que definirá el futuro emocional de las próximas generaciones.
Más allá del taller: una causa nacional
Este esfuerzo se alinea con la reciente aprobación de la Ley Orgánica de Salud Mental en Ecuador, publicada en 2024, que establece un marco legal para el ejercicio pleno de este derecho humano durante todo el ciclo de vida. Sin embargo, como señala la UIDE, la voluntad académica y comunitaria debe complementar la voluntad política, para que el cambio sea real y sostenible.
Los datos revelados por el estudio “Tu voz, tus derechos”, realizado por World Vision y el Ministerio de Educación, respaldan esta urgencia: aunque el 76% de los jóvenes dice sentirse feliz la mayor parte del tiempo, casi la mitad ha experimentado episodios de depresión. La falta de acceso a psicólogos escolares, la escasa formación docente en competencias socioemocionales y la débil articulación interinstitucional agravan esta realidad.
Por ello, se reitera que proteger la mente y el corazón de la infancia ecuatoriana no es solo un deber sanitario, sino un imperativo ético, educativo y humano.
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