Luis Alulima Benítez
En nuestro tiempo, los primeros días de ingreso a un centro de educación, que fue muy diferente al actual, la enseñanza se orientaba con modelos educativos tradicionales, mientras gobernantes de otros países apostaban por una educación diferente como base fundamental para el desarrollo, por lo cual, esas élites del conocimiento nos impusieron el patrón de producción primaria que ha hecho que vivamos anclados en el tiempo y en la mente de los sectores convocados para implementar un nuevo modelo educativo que, nos impulse a transitar por el camino de la dinámica del conocimiento y de la ciencia, a fin de que podamos salir de ese claustro turbulento del atraso y del estancamiento espantoso que vive el desarrollo del Ecuador, aparte de la corrupción que lacera nuestras vidas.
En ese tiempo de grandes pensadores lojanos, de una ciudad pequeñita asentada en una tierra fructífera de hombres y mujeres admirables, pero aislada geográfica y políticamente por la crueldad de la politiquería del poder central, asistíamos a clases por vez primera, con la ilusión de llegar a culminar nuestros estudios en los diferentes niveles para obtener una carrera que nos permita vivir mejor, pero también, para coadyuvar en el desarrollo de Loja pensando en utopías que, finalmente, nos fue difícil participar como hubiéramos querido, por la presencia de esas élites absurdas cargadas de mediocridad y amparadas por un partido político que siempre se creyeron dueños de la verdad y del conocimiento y creyéndose que nacieron predestinados para gobernar.
Mientras que, algunos padres de familia hacían cualquier esfuerzo posible con el fin de que sus hijos alcancen otros logros que, para ellos les fue vedado por las condiciones propias de la época; sobre todo, de los sectores periféricos y rurales que por su lado, mantenían la esperanza de ver cristalizados en sus hijos los objetivos propuestos. Claro, los maestros de esos tiempos y casi todos, eran docentes convencidos de que esa era su vocación, por lo cual, solo por excepción, en todos los niveles de estudios, existían maestros que no estuvieron a la altura de lo requerido; ahora, la mayor parte quiere ser profesor para tener empleo y poder sobrevivir, el modelo educativo lo permite.
En este año lectivo 2025 – 2026, de regreso a clases, en un escenario turbulento en los ámbitos: económico, social y politiquero, los estudiantes tendrán sus propias expectativas, también sus esperanzas y deseos de superación y logros. Ellos ya conocen el terreno en el que se van a desenvolver, volverán a las aulas con el optimismo de superar dificultades y errores, alcanzar otros niveles de conocimientos y otras realizaciones de formación y crecimiento personal, a fin de desenvolverse en armonía con el entorno social y familiar; aunque difícilmente todos sentirán los deseos de caminar por la ruta de la superación constante, cultivando los valores humanos de disciplina, perseverancia y esfuerzo personal y de principio a fin.
Sin embargo, no podemos dejar de lado algunos factores que vienen obstaculizando el mejor desenvolvimiento de los estudiantes, tal y conforme todos quisiéramos para bien de todos. Pues, la sociedad actual atraviesa por un campo minado de inseguridad social, de desajustes inhumanos en la distribución de la riqueza nacional, de desequilibrio en las relaciones entre pueblo y poder, cimentadas por la existencia de leyes hechas para que todo siga igual o peor. Esta sociedad de tambaleos económicos y sociales ha hecho que vivamos cada cual por su lado y peleando por intereses individuales; y esto, se refleja en la conducta de los padres de familia dentro del hogar, y de los educandos en las aulas: posiciones y reacciones, agresivas que rayan en la delincuencia.
Los establecimientos educativos se han vuelto testigos de agresiones y otras acciones muy delicadas de comentar, y los profesores y autoridades callan por temor a las represalias. Algunos padres de familia si saben lo que hacen sus hijos, otros creen que tienen angelitos intocables, por eso los apoyan y les dan rienda suelta para todo, menos para la superación personal.
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