Casi 3.000 personas murieron el 11 de septiembre de 2001, cuando 19 atacantes suicidas de la red terrorista Al Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales y los estrellaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, el Pentágono en Washington, y sobre un campo de Shanksville, en Pennsylvania.
Invasiones
Este ataque motivó luego las invasiones en Afganistán en 2001 e Irak en 2003 lideradas por Washington, y en donde la guerra aún sigue causando estragos más de una década después.
La invasión en Irak se dio con el argumento de que el régimen de Saddam Husseim poseía armas químicas. No obstante, el exprimer ministro británico, Tony Blair, admitió después que las pruebas que proporcionaron los servicios de inteligencia para justificar la guerra en ese país estaban equivocadas y pidió disculpas por las consecuencias de su decisión de iniciar el conflicto.
«La información de inteligencia que se produjo en el momento de la guerra resultó ser errónea y las consecuencias resultaron ser más hostiles, prolongadas y sangrientas de lo que habíamos imaginado», declaró Blair el año pasado en una comparecencia pública tras la divulgación de un informe oficial en el Reino Unido sobre la invasión de Irak.
Sin embargo, desde Libia a Siria, varios países de Medio Oriente siguen sumidos en conflictos armados y son un caldo de cultivo para los grupos afiliados a Al Qaeda, en tanto Europa ha sido blanco de ataques inspirados por el grupo yihadista, Estado Islámico, EI.
Homenajes
Como cada año, al cumplirse un nuevo aniversario de este suceso, está previsto que las autoridades participen en homenajes solemnes.
La costumbre es leer los nombres de cada uno de los fallecidos, entre ellos figuran 15 ecuatorianos: Henry Romero, de Biblián; Manuel Asitimbay, de Cañar; Moisés Rivas, de Azogues; Telmo Alvear, de Paute; Luis Chimbo, de Cuenca; Blanca Morocho y Leonel Morocho, de Sígsig; Fabián Soto, de Macará; Giann Franco, de Ambato; Jesús Cabezas, de Riobamba; Hugo Sañay, de Alausí; José Cardona, de Manta y Xavier Suárez, Kléver Molina y Luis Jiménez, de Guayaquil.
La lectura se lleva a cabo en la llamada zona cero, el sitio donde se erigían las derribadas torres gemelas del World Trade Center, WTC, en Nueva York, donde ahora hay un museo, un memorial y se levanta la Freedom Tower o Torre de la Libertad.
Además, después de 16 años han sido identificados los restos de otra de las víctimas. El nombre no fue revelado a petición de la familia. Así, suman 1.641 fallecidos identificados hasta ahora, lo que significa que los restos del 40 por ciento aún faltan por identificar, comunicó el mes pasado la oficina del Jefe Forense.
Inmigrantes
Los inmigrantes son las otras víctimas de los ataques. Pese a que no existen cifras exactas sobre el número de trabajadores indocumentados que asistieron en las labores de limpieza, estudios publicados por el ‘Journal of Occupational Environmental Medicine’ afirman que en su mayoría eran inmigrantes de primera generación provenientes de Colombia, Ecuador y Polonia, según lo publicó la cadena CNN.
Una de ellas es la ecuatoriana Rosa Espinosa de 53 años, quien aún sufre los efectos de los ataques del 11-S. Ella padece incontinencia urinaria. En el año 2007, le diagnosticaron un cáncer de cuello de útero, causado por las partículas tóxicas que respiró durante cuatro meses, mientras trabajaba como voluntaria en las labores de rescate y limpieza del World Trace Center de Nueva York.
Espinosa llegó en 1999 a Nueva York procedente de Ecuador, dejando atrás a dos hijos pequeños. Era auxiliar de enfermería, y en la Gran Manzana buscaba dar un futuro económico a sus hijos y continuar su formación en el campo de la medicina, su historia la contó a CNN.
El sueño se estaba cumpliendo, hasta que aquel 11 de septiembre, la ciudad se paralizó. Con el miedo en el cuerpo, pero segura de sí misma, Espinosa consiguió acceder a la zona cero, y aquella misma noche trabajó como voluntaria. Se lo exigía su vocación. Ayudó como rescatista, limpiando escombros.
«Había mucha gente pidiendo ayuda todavía herida y muchos muertos”, contó Espinosa a CNN, sin poder contener el llanto.
Unidad
“Hubo una humanidad… allí estábamos los inmigrantes, los blancos, los negros, todos juntos. No importaba la raza, el idioma, nos comunicábamos con gestos. No hicieron falta palabras porque a todos nos unía el corazón. Nadie nos pidió nuestros papeles, solo nuestro esfuerzo”, añadió Espinosa en declaraciones a la cadena internacional de noticias.
En el estrés de aquellos días, Espinosa desconocía que estaba gestando a su tercer hijo. No fue hasta cuatro meses después, cuando acudió al médico aquejada de continuos problemas respiratorios, cuando le informaron de su embarazo. Ella cuenta que su hijo
Steven nació con asma, sinusitis y problemas de salud mental.
Trabajos
Espinosa forma parte de los más de 3.000 inmigrantes indocumentados que se calcula trabajaron en los primeros meses tras el colapso de las torres tanto en la limpieza como en reconstrucción del WTC.
En la actualidad, Espinosa está inscrita en el programa de salud del WTC, que ofrece asistencia sanitaria, chequeos y compensaciones económicas a los socorristas, trabajadores de limpieza y voluntarios que ayudaron tras los atentados. Fue establecido por la Ley de
Compensación y Salud de James Zadroga 11-S, firmada por el presidente Barack Obama en 2010 y reactivada en 2015, hasta 2090.
“Nadie nos dijo que el aire era tóxico y tan solo nos daban máscaras de papel que se ponían negras al instante”, explica Espinosa. “Jamás imaginé que cada día que respiraba ese aire, iba contaminando poco a poco mi cuerpo y a mi bebé”, agregó.
El Frente Hispano Local 79 y el Frente Unido Ecuatoriano confirman que hay sindicalizados más de 3.000 inmigrantes indocumentados con problemas de salud a raíz del colapso de las torres.
En septiembre de 2012, el ‘National Institute for Occupational Safety and Health’ añadió 50 tipos de cáncer (posteriormente ampliado) a la lista de condiciones de salud relacionadas con el WTC bajo el programa de salud James Zadroga del 11-S. En los estudios realizados se encontraron más de 70 sustancias potencialmente cancerosas en el humo y el polvo de los restos del WTC. (RET) (I)
FUENTE: EL TIEMPO
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