Irán llevó a cabo el miércoles un ataque con misiles contra dos bases militares en Irak en las que hay soldados estadounidenses, como represalia a la muerte del general iraní Qasem Soleimani, una respuesta militar que marca una «nueva etapa» en las tensiones pero no ha provocado por ahora la temida escalada.
En plena noche y en tan solo media ahora, un total de 22 misiles balísticos cayeron sobre las bases de Ain al Asad (oeste) y Erbil (norte) que albergan a militares extranjeros, entre ellos algunos de los 5.200 soldados estadounidenses desplegados en Irak.
Según el ejército iraquí, los bombardeos no causaron muertos entre sus filas. La televisión estatal iraní dijo que al menos 80 estadounidenses murieron en este ataque, una información que no se ha confirmado.
«Se están evaluando los daños y las víctimas. Hasta ahora ¡todo va bien!, se limitó a decir el presidente Donald Trump en la red social Twitter.
Tanto el gobierno iraquí como las fuerzas de la coalición fueron avisadas directa o indirectamente de la inminencia de un ataque, según fuentes iraquíes y militares.
Los ataques se produjeron exactamente a la misma hora en que un dron estadounidense mató a Soleimani cerca del aeropuerto de Bagdad, el 3 de enero. La operación de este miércoles se llamó «mártir Soleimani», en honor a este popular general, considerado el arquitecto de la estrategia de Teherán en Oriente Medio.
Una «bofetada» a Estados Unidos
Ha sido «una bofetada en la cara» de Estados Unidos, afirmó el guía supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, pidiendo que la venganza vaya aún más lejos. «La presencia corrompida de Estados Unidos en la región debe terminar», dijo.
«No retrocedemos» frente a Estados Unidos, se felicitó por su parte el presidente iraní Hasan Rohani.
Esta fue la primera respuesta militar iraní tras la muerte del general y las reacciones no se hicieron esperar. La Unión Europea lo calificó de «escalada». El Reino Unido, Francia y Alemania condenaron con firmeza el accionar de Teherán.
En Bagdad, el presidente Barham Saleh lamentó este ataque y pidió que su país no se convierta en un «campo de batalla» regional.
Los miedos a una escalada regional o a un conflicto directo entre Irán y Estados Unidos siguen presentes, pero los dirigentes de ambos países parecen querer calmar los ánimos y han enviado mensajes que dan a entender que no quieren una guerra.
FUENTE: EL UNIVERSO
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