Más de 400 personas han muerto y 6.700 han resultado heridas por el sismo que ha devastado el oeste de Irán, donde siguen a contrarreloj las tareas de rescate para intentar hallar supervivientes entre las ruinas.
El movimiento telúrico, de 7,3 grados en la escala de Richter, ha devastado varias localidades de la provincia occidental de Kermanshah, fronteriza con Irak.
Aunque las cifras todavía no son concluyentes, se cree que la mayoría de las víctimas mortales se han registrado en Sarpul Zahab, donde la electricidad sigue cortada y se calcula que la mitad de los edificios han sufrido importantes daños.
Mientras los equipos de rescate retiraban los escombros de una edificio de viviendas de protección social, Sarpul Zahab fue sacudida por otra réplica.
«Ya Husein», gritaron desconsolados los ciudadanos implorando al tercer imán de los chiíes y nieto del profeta Mahoma, muy venerado en la República Islámica.
Arsalan Darabí, de 50 años, llevaba cerca de 10 horas frente al edificio en el que vivían su sobrino de 30 años, su mujer y dos hijos.
“No sabemos si están vivos y sufriendo bajo los escombros, o muertos», dijo entre lágrimas.
Rescates
Los equipos de rescate están empleando perros rastreadores para comprobar si hay supervivientes o cuerpos, y, a continuación, retiran los escombros de tres metros en tres metros.
Los edificios más damnificados de la ciudad son un conjunto de viviendas de protección social, donde se calcula que, por lo menos, cinco o seis familias continúan bajo las ruinas.
Los que lo han perdido todo se quejan de que no han recibido ayuda de las autoridades.
«No nos han atendido bien. No tenemos ni agua ni comida», comenta Safarí, un joven de 32 años que pudo escapar de su casa antes de que se esta derrumbara.
Los hospitales de Sarpul Zahab están colapsados, al igual que los de otras poblaciones cercanas damnificadas como Eslamabad Gharb y Ghasr Shirin.
Las autoridades han establecido hospitales de campaña y han enviado 140 ambulancias y una veintena de helicópteros para trasladar a los heridos.
El presidente iraní, Hasan Rohaní, dijo que es «imperativo que todos los organismos de socorro trabajen en colaboración para proporcionar ayuda y atención a los heridos».
Los sismos más mortíferos se produjeron en diciembre de 2003 y en junio de 1990, cuando perdieron la vida 31.000 y 37.000 personas, respectivamente. (I) a
FUENTE: EL TIEMPO
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