Aunque ha bajado el número de asistentes, cada viernes o un día entre semana, las protestas no cesan en Chile, desde el pasado 18 de octubre cuando, inicialmente, las manifestaciones contra el alza en el pasaje del metro desencadenaron una ola de movilizaciones que sumieron al país en la peor crisis desde la dictadura.
Todavía se registran incidentes violentos en Plaza Italia, epicentro de las protestas en el centro de Santiago, registró el medio chileno Emol.
Los nuevos ataques apuntan a los cuarteles policiales, principalmente de Carabineros. Unos 350 de esos ataques han sido registrados.
El clima de violencia, angustia y esperanzas prevalece en Chile, un país que después de tres meses del estallido de la crisis parece estar en el diván, soltando rabia y reproches a un modelo económico que ignoró su bienestar social.
El país de casi 18 millones de habitantes ha sido junto a Uruguay el más institucionalista de América Latina, pero la remezón social que vive desde el 18 de octubre tras un inesperado estallido popular, ha cambiado de un plumazo su organización e impera la incertidumbre sobre el final de la crisis.
El presidente Sebastián Piñera, que cumple su mitad de mandato en marzo, es el mandatario peor evaluado desde el retorno de la democracia en 1990, con 6 % de aprobación.
La confianza en Carabineros de Chile, la Policía admirada por 57 % de la población en 2015, hoy es una de las instituciones más desprestigiadas con solo 17 % de respaldo, en medio de un clima de protesta que no cesa, con episodios muy violentos, reveló la encuesta del Centro de Estudios Públicos.
“Esta institucionalidad que muchos destacaron de Chile es tan rígida, tan sólida en su estructura, que tiene problemas para lidiar con un terremoto social como el actual”, explica Matías Fernández, profesor de Sociología en la Universidad Católica.
“No sé cómo vamos a salir de esto que nos pasa, ojalá sea bien para todos los chilenos”, dice Cecilia Vergara, una arquitecta de 40 años, a quien no le gusta salir a protestar pero apoya las demandas sociales que reclaman los manifestantes, sin líderes y sin partidos.
En tres meses ningún político de derecha, de centro ni de izquierda ha logrado apropiarse del reclamo callejero.
Hoy prevalece la “incertidumbre, esta especie de tensión entre la esperanza y la preocupación o el desasosiego que ha caracterizado la situación del país desde que empezó esto”, sostiene el sociólogo.
Un plebiscito previsto para el 26 de abril, que decidirá si se cambia o no la Constitución, luce como el único plan concreto con miras a bajar la tensión, aunque muchos dudan si logrará ese cometido.
Según los sondeos, entre un 55 % y más del 60 % de los encuestados aprueba las protestas en el país. Un 38 % manifestó que el estallido social se produjo por el malestar de la población ante la desigualdad de ingresos y un 16 % por las bajas pensiones. (I)
Tres meses de estallido social
Muertos y heridos
En los tres meses de crisis han muerto 29 personas, miles han quedado heridas y más de 350 han resultado con heridas graves en los ojos por perdigones o bombas lacrimógenas en los enfrentamientos con la policía.
Desempleo
Alrededor de unas cien mil personas perdieron sus empleos desde que se desató el estallido social. (I)
FUENTE: EL UNIVERSO
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