Donald Trump, presidente de Estados Unidos, retiró a su país del Acuerdo climático de París, un movimiento que honra una de sus promesas de campaña pero que corre el riesgo de romper alianzas globales y decepcionar tanto a los ambientalistas como a los titanes corporativos. Pese a este anuncio, el mandatario republicano aclaró que buscaría negociar un nuevo acuerdo climático que, en su opinión, sea “justo” para los intereses de Estados Unidos. “Estamos saliendo, pero vamos a empezar a negociar y veremos si podemos hacer un trato justo. Si podemos, eso es genial. Si no podemos, está bien”.
Trump argumentó que el acuerdo de París “castigaría” a los Estados Unidos e instituiría “restricciones energéticas onerosas” que obstaculizarían el crecimiento económico, especialmente en las industrias manufactureras. Asimismo, afirmó que cumplir con las normas de emisión de gases de efecto invernadero del acuerdo costaría a país $ 3 billones en producto interno bruto perdido y $ 6,5 millones de empleos industriales. Estados Unidos junto a las otras naciones del planeta representa más del 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. En diciembre de 2015, 195 países firmaron el acuerdo, solo Nicaragua y Siria no se sumaron a este convenio mundial que fue considerado como un logro diplomático del expresidente Barack Obama. Como resultado de esta decisión, Trump dijo que todos los compromisos no vinculantes adoptados por la adhesión al acuerdo cesarán “el día de hoy”, con efecto inmediato. Según, el artículo 28 del acuerdo, que permite a las partes firmantes renunciar al pacto, la salida sería efectiva únicamente en 2020. Es decir, al término del mandato del republicano Trump.
El diario The Washington Post, explicó que retirar a Estados Unidos del Acuerdo podría tomar años debido a la estructura jurídica y el lenguaje del acuerdo, pero tal medida debilitará sus objetivos casi de inmediato. El Acuerdo de París fue diseñado para mantener el calentamiento del planeta “muy por debajo” de un aumento de dos grados Celsius (3,6 grados Fahrenheit) por encima de las temperaturas preindustriales, ya que la actual es considerada por los científicos como “peligrosa”. Según las proyecciones del acuerdo de París, Estados Unidos habría representado el 21 % de las reducciones totales de emisiones logradas por el convenio hasta 2030. Hans Joachim Schellnhuber, físico que fundó el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático en Alemania, dijo que esta salida registraría un aumento significativo a sus proyecciones de 2016, de llegar a los 1,5 grados Celsius.
La decisión divide a republicanos
El acuerdo de París divide desde hace tiempo la administración Trump. Ambas partes hicieron campaña para influir en su decisión. De acuerdo con el Post, el secretaria de Estado norteamericano, Rex Tillerson, e Ivanka Trump, hija y consejera del presidente, están entre las que lo instaron a permanecer en el acuerdo, argumentando que sería beneficioso participar en las negociaciones. En el lado antagónico constan el estratega jefe de la Casa Blanca, Stephen K. Bannon y el administrador de la Agencia de Protección Ambiental, Scott Pruitt, quienes presionaron por un retiro, que probablemente no se pueda concluir hasta el final del mandato de Trump. Mientras que las condenas que pronunciaron los líderes ambientalistas, así como los demócratas en el Capitolio acerca de la decisión de Trump llegaron rápidamente a la Casa Blanca.
Pekín defiende el Acuerdo
Poco antes del anuncio, China y la Unión Europea (UE) defendieron con vigor el Acuerdo de París. Desde Berlín, en donde se reunió con la canciller Angela Merkel, el primer ministro chino, Li Keqiang, aseguró que su país respetaría el compromiso. “Pero, por supuesto, esperamos contar con la cooperación de los demás”. China, junto con el gobierno estadounidense de Obama, fue uno de los principales artífices del acuerdo histórico de diciembre de 2015. Por su parte, Rusia, uno de los países que más contaminan en el mundo y firmante del pacto, consideró que la ausencia de “actores esenciales” podría complicar su aplicación. (I)
Washington mantendrá la embajada en Tel Aviv
El presidente Donald Trump no trasladará la embajada de Estados Unidos en Israel, de la secular Tel Aviv a la capital, Jerusalén, al menos por ahora, anunció ayer la Casa Blanca, revirtiendo una promesa de campaña querida por algunos de sus partidarios más conservadores. La administración Trump está citando la misma prerrogativa para tomar decisiones de seguridad nacional que los presidentes anteriores usaron para aplazar la acción sobre la reubicación de la embajada ordenada por el Congreso en 1995.
El traslado de la sede diplomática podría alterar las posibilidades de un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos, dijo la Casa Blanca en un comunicado. “Nadie debería considerar este paso como un retroceso del fuerte apoyo del mandatario a Israel “, dice el comunicado. El movimiento pone a un lado la promesa de la campaña de Trump.
Este utilizó como ejemplo central de cómo su acercamiento con la política exterior sería diferente de los expresidentes de ambos partidos políticos y la que exponía su rival, la exsecretaria de estado, Hillary Clinton. Estados Unidos nunca se negaría a anunciar su alianza con Israel, prometió Trump, aunque otras naciones objetaran. La decisión de Trump sobre la embajada sigue a otros casos en los que ha cedido a la convención de política exterior una vez en el cargo, incluyendo un retiro de las críticas duras de China como manipulador de moneda y bandido comercial.
Los gobiernos árabes y los funcionarios estadounidenses argumentan desde hace mucho tiempo que trasladar la misión incitaría a la violencia debido al simbolismo de colocar la sede diplomática en una ciudad sagrada tanto para judíos como para musulmanes. (I)
FUENTE: EL TIEMPO
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