Al menos 1’300,000 personas, según las autoridades citadas por el Vaticano, se congregaron en esta misa, la más multitudinaria de esta sexta gira por Latinoamérica.
Desde esta gran explanada, Francisco habló de las ciudades, donde existen «las situaciones de dolor e injusticia que a diario se repiten» y que «nos pueden generar la tentación de huir, de escondernos».
El Pontífice denunció que en la ciudad existen personas que «consiguen los medios para el desarrollo de la vida personal y familiar», mientras que son muchísimos «los ciudadanos a medias o sobrantes urbanos».
«Duele constatar, que muchas veces entre estos sobrantes humanos se encuentran rostros de tantos niños y adolescentes».
Criticó además que sean «un espacio para la indiferencia, que nos transforma en anónimos y sordos ante los demás».
Encuentro
Más temprano, durante un encuentro en el arzobispado de Lima, Francisco pidió a los obispos peruanos que no tengan miedo «a denunciar los abusos y los excesos», como hizo santo Toribio Mogrovejo, español y arzobispo de Lima desde 1579 y patrono del episcopado latinoamericano.
Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, CEP, Salvador Piñeiro, agradeció al Papa por su «cercanía a los hermanos de la selva», con quienes sostuvo el viernes una reunión en Puerto Maldonado.
Monjas
Por otra parte, el papa Francisco alabó la dedicación a la oración de las monjas de clausura y les pidió que rezasen por los mas necesitados. Francisco comenzó así su último día de viaje en Perú con una celebración con unas 500 monjas de clausura en el santuario de las Nazarenas de Lima, dedicado al Señor de los Milagros y regentado por las Nazarenas Carmelitas descalzas.
También les exhortó a que no fueran «chismosas» porque eso es ser «terrorista», pues el «chisme es como una bomba»
El Pontífice se despidió pidiendo que recen «por las familias, por los que sufren, por los que hacen daño», y añadió: «siguiendo con la lista de pecadores: recen por mí». (I)
FUENTE: EL TIEMPO
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