Las altas esferas del Gobierno Central y en particular los ministros de economía y finanzas, anterior y nuevo, con el estribillo “sembramos el futuro del país” en la actualidad difunden a diario el haber obtenido prestamos cuantiosos de organismos internacionales, que aún no han desembolsado; empréstitos a largo plazo y períodos de gracia, con la finalidad de reactivar la economía del país y convalecer las vacías arcas fiscales, endeudadas y en crisis desde la dilatada pandemia que aún continúa, lo que se ha conseguido según manifiestan las autoridades por la confianza de dichas instituciones en nuestro país; sobre la siembra del futuro se debe indicar que el futuro no necesita de siembra porque se produce con el decurso del tiempo, esto es, lo que está por venir; pero lo preocupante es si se pone la semilla para disfrutar de un porvenir de felicidad eliminando el de las preocupaciones y los temores que produce el endeudamiento, porque al final como una antigua canción dice: “no hay plazo que no se venza ni deuda que no se pague”.
Según como se va arribando y presenta el actual panorama, volver a activar el sistema productivo, tropieza con una incontable serie de dificultades y oposiciones, especialmente por los requerimientos del FMI, que se tornan imposibles de cumplir, como la reducción urgente del tamaño del Estado para que el sector privado lo maneje, convirtiendo a los gobernantes en meras figuras decorativas, la subasta de las empresas del Estado a los mejores postores que serían del exterior inclusive las de agua potable, energía eléctrica, telefonía y muchas más, cuyas centrales y ramificaciones se construyeron con recursos del pueblo ecuatoriano y algo verdaderamente cruel sería que el IESS, pase a ser privado, también exige eliminar los subsidios y la imposición de nuevos tributos como elevar el IVA, con el cuento de que tenemos el más bajo de los países de América Latina sin hacer presente que lo pagamos en dólares y los de América con su moneda nacional.
Varios analistas versados en la materia advierten desde ya que la reactivación no se puede dar si los recursos de los prestamos comienzan a invertirse en caridad estatal, si bien este proceder alivia en algo el padecimiento de la pobreza y miseria en que se debaten millones de ecuatorianos porque no solamente son los jefes de familia sino también sus descendientes , niños y jóvenes privados de alimentación y vestuario, pero lo más grave ,sin acceso a la educación elemental quedando en el analfabetismo y la ignorancia, agravada con la enseñanza virtual que obliga la pandemia, pero la atención a este problema no puede solventarse con nuevos tributos que le tocaría imponer y cobrar al mandatario entrante, debido a lo cual se han iniciado las protestas, críticas y reproches de varios candidatos presidenciales y sectores ciudadanos; lo que se requiere es que el sector privado, a sus cuantiosos recursos de varia índole los ponga en circulación para reactivar la economía con programas que saquen de la inercia al sector productivo y por su parte el Gobierno disponga incentivos que garanticen la seguridad de las inversiones, pero no esperar que los prestamos sirvan totalmente al sector privado. De ésta forma se crearía nuevas fuentes y plazas de trabajo para combatir la desocupación y mendicidad que originan delincuencia y retornaríamos a la añorada seguridad ciudadana.
Esperemos que no se produzca el despilfarro de los prestamos cuyas cuantiosas sumas son tentadoras para la imparable corrupción. O
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