El fotógrafo Paúl Rivas hubiera cumplido este miércoles 46 años de no haber sido secuestrado y asesinado junto a otros dos trabajadores del diario El Comercio, sin embargo, su familia decidió rendirle tributo con una muestra de su obra.
El flagelo de la incertidumbre que sienten los familiares de desaparecidos, la retirada épica del medallista olímpico ecuatoriano Jefferson Pérez o la vida cotidiana en la región fronteriza entre Ecuador y Colombia, forman parte de la retrospectiva que alberga el Municipio de Quito desde hoy hasta el 26 de mayo.
Abren la exposición fotografías de él mismo y de sus compañeros de cautiverio, el periodista Javier Ortega y el conductor del periódico quiteño Efraín Segarra, con los que marchó hace un mes a la provincia de Esmeraldas, para elaborar un reportaje precisamente sobre la inseguridad en la zona.
Los tres fueron secuestrados y asesinados por un grupo denominado «Oliver Sinisterra», encabezado por el disidente de las FARC alias «Guacho», según se desprende de comunicaciones que mantuvo con las autoridades ecuatorianas.
Segarra aparece en una instantánea nocturna sonriendo junto a un teleobjetivo, probablemente el propio gráfico, y junto a la foto aparece el reportero Ortega en una lancha fuera borda navegando en un río, ligeramente recostado y con gesto de autocomplacencia.
«Me parece que una persona sigue viva cuando su trabajo se mantiene, que todavía causa impacto», refiere a Efe la funcionaria del consistorio María José Quintachal, después de repasar las fotografías que componen la exhibición.
Señala lo «paradójico» de que realizara un reportaje sobre personas desaparecidas con fotografías de familiares en cuyos cuerpos desnudos figuran leyendas acerca de sus anhelos por no conocer el paradero de sus seres queridos.
«De ser fotógrafo se convirtió en un actor y no lo vivió desde un tercer plano sino que lo hizo en propia carne y tuvo que ser muy duro para él y su familia», añade esta observadora.
FUENTE: EL UNIVERSO
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