Las autoridades de la cárcel milanesa pensaron que el Papa se sentiría más a gusto si durante el almuerzo podía intercambiar alguna palabra en su idioma.
Por ello, en la mesa del pontífice hicieron que se sentaran también la ecuatoriana Dalia, la argentina Mónica y la chilena Gemma y dialogaron con el Papa.
En el resto del improvisado comedor, habilitado en uno de los corredores de la prisión, hubo una representación de las diferentes componentes nacionales y religiosas de los reclusos en esta cárcel judicial, donde se encuentran en espera de la sentencia definitiva.
Francisco visitó el primer pabellón donde se encuentran las mujeres detenidas con sus hijos pequeños y allí saludó a las reclusas y se detuvo con los voluntarios que trabajan en las cárceles.
Jorge Bergoglio recorrió los pasillos de la cárcel hasta llegar a la «Rotonda», la parte central del centro penitenciario que hace de plaza para los reclusos y donde pudo saludar y escuchar a una amplia representación. (I)
FUENTE: EL TIEMPO
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