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Perú lucha por sacarse el fango de encima

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En el barrio limeño de Carapongo, es difícil encontrar algo que no esté cubierto de lodo después de que por el desborde del río Rímac el agua ingresara en las casas el fin de semana con casi un metro de altura, y arrasara de madrugada con lo que había en su interior.
«Estamos en pérdida total. Solo nos queda empezar de cero, pero no tenemos cómo», explicó Edwin Becerra, administrador de un pequeño vivero denominado Tierra Verde, del que solo queda el cartel porque tanto sus plantas como su invernadero desaparecieron, arrastrados por la implacable corriente.
«Estamos sin maquinaria, y sin mercadería. Hemos perdido alrededor de 50.000 soles (unos 15.000 dólares)», añadió Becerra, sentado en un escritorio a la intemperie, mientras trataba de limpiar una impresora completamente cubierta de fango.
En el mismo terreno vive el abuelo de Becerra, Alberto García, quien contó que llegó al lugar en 1960 y nunca había visto una riada del tamaño de la que destruyó su predio, pues su casa todavía está inundada con dos palmos de agua.
La familia duerme ahora en un conjunto de carpas instaladas por la Municipalidad de Lima en el mismo lugar, expuestas de manera temeraria a que un nuevo «huaico», término quechua con el que se conoce en Perú a estos aluviones, se los pueda llevar por delante.
A muchos las inundaciones les tomaron por sorpresa, especialmente porque ocurrieron de madrugada, como recordó Felicita Ramos, quien tuvo que ser rescatada por otros vecinos de su vehículo, alcanzado por las aguas cuando intentaba escapar de la emergencia junto a su familia.
«No pude escapar. Nos rescataron con una soga, pero yo caí a la corriente. Estamos sufriendo mucho porque no tenemos agua. El pozo que teníamos en casa está lleno de tierra», relató Ramos.
La mayoría de los damnificados en Carapongo duerme ahora en un campamento instalado en una zona cercana, donde reciben algunos alimentos, ropa y atención médica, a cargo del médico Álex Rosas, coordinador de emergencias del Hospital de Vitarte.

Ayuda humanitaria
Mientras, el país comenzó a recibir la ayuda humanitaria enviada por países vecinos como Ecuador, Colombia y Chile para enfrentar las consecuencias de las lluvias e inundaciones, que han dejado, hasta el momento, 75 fallecidos y 100.000 damnificados.
Colombia envió ayer un avión 767 y dos helicópteros UH60 «Black Hawk» que se sumarán a las labores de rescate a los miles de damnificados que se presentan en la costa norte y sur del país.
El avión colombiano arribó al grupo aéreo Número 8, anexo al aeropuerto internacional de Lima, con 35 toneladas de asistencia humanitaria de emergencia, indicó el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Carlos Iván Márquez.
La asistencia está compuesta por 1.000 kits con alimentos, 1.000 kits de aseo, 3.000 frazadas, 3.000 toldillos y 2.000 carpas tipo iglú para seis personas.
La ayuda colombiana se sumó a la que ya entregó Ecuador el domingo, cuando llegó un avión de la fuerza aérea con 3.000 raciones alimenticias que cubren tres comidas diarias.
El viceministro ecuatoriano de Reducción del Riesgo de Desastres, Ricardo Peñaherrera, entregó los alimentos al primer vicepresidente de Perú, Martín Vizcarra.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, también anunció que su país envió ayuda a Perú ayer en un avión C-130 con un cargamento de 20 toneladas de elementos de ayuda, que incluyen agua, frazadas, cajas de alimento y útiles de aseo para hombres y para mujeres. (I)

FUENTE: EL TIEMPO

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