En la iglesia de San Jorge de la ciudad siria de Arbín, cerca de Damasco, Nabil al Aash desempolva libros religiosos e inspecciona las cicatrices de guerra de este lugar de culto cristiano. Arbín, en el antiguo sector rebelde de Guta oriental, fue reconquistada este año por las tropas de Bashar al Asad.
Estas Navidades los ánimos no están para fiestas. El panorama es más apocalíptico que navideño, con edificios reventados, calles llenas de escombros, carcasas de coches calcinados, consecuencia de una guerra que ha causado más de 360.000 muertos desde 2011.
La iglesia de San Jorge, la única de esta localidad, está vacía. “Aquí no hay fiesta, las casas de los cristianos están destruidas, su iglesia destrozada”, lamenta Al Aash. La reconstrucción de este edificio de 1873 “necesitará mucho tiempo, esfuerzo y dinero”.
“No queda ni una imagen, todas fueron quemadas o robadas, algunas tenían un gran valor histórico”, lamenta este hombre de 55 años, acercándose al altar. “También hemos encontrado cruces rotas”.
Él huyó de Arbín en 2012 debido a los intensos combates y al asedio impuesto por Damasco. Regresó este año.
El primer lugar que visitó fue la iglesia de San Jorge. “Casi me desmayo viéndola (…). Crecí en esta iglesia y en ella pasé todas las Navidades, el ambiente rebosaba de alegría”, recuerda, emocionado. Este espíritu festivo “no volverá sin el regreso de los habitantes y de los feligreses”, añade. (I)
FUENTE: EL UNIVERSO
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